viernes, 14 de marzo de 2014

La ambición de formar


En la vida uno tiene que saber cuándo tiene que contentarse con poco y cuándo puede a aspirar a mucho más. Y es que resulta que la ambición, tanta veces vista como una característica negativa en el ser humano, es tremendamente positiva cuando hablamos, por ejemplo, de mejorar la formación de los andaluces.


En ese sentido, les aseguro que tanto en mi faceta como docente como en la de presidenta de la comisión de educación en el Parlamento andaluz, siempre he visto a la Junta de Andalucía con una actitud ambiciosa cuando se ha tratado de diseñar el mejor modelo para los estudiantes y de dotarlo de recursos para su éxito.

Con esa premisa, desde la Consejería de Educación se elabora la futura Ley de Formación Profesional de Andalucía, que será un pilar clave para conseguir la correcta adaptación de las distintas ofertas de FP formal, inicial y para el empleo, a las necesidades del mercado de trabajo.

La realidad social y económica cambia y eso hace que no se pueda mirar la FP de hoy con los ojos del ayer, lo que obliga a una revisión del modelo para adecuarlo al tiempo actual y para, de paso, llevarlo hasta la excelencia que se merecen sus beneficiarios.

Y esto se hace a pesar de que el PP andaluz no ponga nada de su parte –cuando podrían reclamar al Gobierno de Rajoy los 387 millones que nos ha dejado de transferir para financiar este sistema de formación- o, directamente, ponga piedras en el camino con iniciativas en el Parlamento que solamente cuestionan lo que el Gobierno andaluz decide pero sin aportar ni una sola propuesta.

Como a menudo le sucede, el Partido Popular se equivoca cuando actúa de esta manera en la Formación Profesional, pues de nada está sirviendo a quienes forman parte de la misma. Ninguno de ellos encontrará a los populares con actitud constructiva en esta senda en la que los socialistas -escuchando las sugerencias de quienes requieren de este potente instrumento- tratamos de cimentar un modelo con la máxima implicación de las empresas para la mayor inserción laboral del alumnado posible.

Un nuevo marco con mucha tarea por hacer ya que, además de tener la formación de los parados como prioridad, debe garantizar la acreditación de las competencias adquiridas por experiencia laboral o vías no formales de formación y, finalmente, contar con una evaluación externa que asegure que siempre responde a lo que pide la sociedad y el mercado productivo.

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