sábado, 12 de octubre de 2013

Darwinismo social


Quizás mañana nos despertemos con la noticia de que el ministro Wert se retira. Si cumple con su promesa reciente tiene que dejar la política en breve después de alcanzar su objetivo principal: sacar adelante la reforma educativa del PP. Verá entonces desde el sofá de su casa –o desde cualquier otro cómodo espacio que le consiga su partido- como en cuanto el PSOE vuelva al gobierno cumple con el compromiso, compartido por la mayoría de grupos parlamentarios, de derogar una norma que nace muerta.


La mayoría absoluta del Partido Popular le ha servido, una vez más, para que los españoles contemos con una ley de partido y no con una ley de país. Pero este caso es especialmente grave ya que se trata de una norma con la que, directamente, practican un darwinismo escolar y un darwinismo social. Mientras que con sus muchas virtudes, mayores que sus defectos, nuestro sistema educativo público ha conseguido situarnos como uno de los países del mundo con más jóvenes, hijos de trabajadores manuales, en la Universidad, el señor Wert –respondiendo a órdenes de Rajoy- ha decidido acabar con un modelo que no es de la suficiente calidad para su clase.

Ahí está la clave de este asunto. Que el PP quiere devaluar la educación pública porque es el instrumento más poderoso contra su clasismo; que no la quieren ni ver porque de su mano descienden los privilegios que ellos llevan toda su vida defendiendo. Por ello, los puntos fuertes de la propuesta que acaban de sacar adelante –también con la oposición de padres, madres, alumnos y profesores, que irán a la huelga otra vez el próximo 24 de octubre- inciden en retroceder al pasado a través de más segregación, más desigualdad y, además, catecismo.

La eliminación de Educación para la Ciudadanía viene acompañada del blindaje a los colegios que separan por sexo para que puedan recibir subvenciones públicas, del apoyo a la enseñanza concertada, de la eliminación del carácter público de las plazas escolares que las administraciones están obligadas a garantizar y del respaldo de la cesión de suelos públicos para la construcción de centros privados. A esa realidad, se suman unos injustos recortes que ya suponen más de 6.400 millones menos en los presupuestos escolares que en 2010. ¿Calidad educativa? Pues va a ser que no, que este solo es el camino para que los jóvenes tampoco tengan educación, además de no encontrar trabajo.

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