sábado, 19 de octubre de 2013

A palo seco


En el país de ciudadanos de dos categorías al que el PP nos está llevando, ayer asistimos a la profundización de la brecha dependiendo, en este caso, de donde vivan. Y es que la aprobación de la Reforma Local del PP no es más que eso: La constatación de que existe una primera clase, que vive en grandes ciudades, y una segunda, que está en los pueblos.


Como, hasta el momento, las grandes urbes están gobernadas por el PP y este ya se ha encargado de privatizar los servicios municipales para que se llenen los bolsillos las empresas de sus amigos, el nuevo alcalde de España, el ministro Cristóbal Montoro, ha ideado con esta norma un sistema para que sigan ganando dinero –que la cosa está muy mala- a costa del dinero de los ayuntamientos pequeños.

Esa realidad va a tener fuertes repercusiones, especialmente, en el ámbito social y educativo. Fíjense si será así que hasta comunidades de derechas como Castilla y León y Galicia han puesto el grito en el cielo ante este ataque a la democracia local, que supone la eliminación de competencias básicas a los municipios. Los populares lo saben: La reforma conllevará o una peor calidad de vida a sus vecinos o una duplicidad de funciones, personal y gasto.

Les pongo ejemplos para entender mejor la situación. Los trabajadores sociales municipales solo podrán atender casos urgentes –habrá que ver qué es urgente para este Gobierno- mientras que el resto se derivarán a las comunidades autónomas. Ante esto se plantean dos cuestiones: ¿Es eficacia mantener y pagar a dos trabajadores sociales –la comunidad tendrá que contratar o a una empresa especializada- para atender a una misma persona? ¿O es más eficaz despedir al del pueblo, por ejemplo, y que el desesperado ciudadano espere meses antes de ser atendido ante el colapso de la administración superior?

Imaginen también que se funde una bombilla en el colegio de un pueblo. ¿Es eficaz que su ayuntamiento tenga que llamar a una administración superior para que mande a una empresa desde la capital a cambiarla o sería mejor solucionar ese asunto en media hora, como actualmente, gastando 0,60 céntimos en comprar un repuesto y enviando a un operario municipal?

Lo dicho: Que el PP solo quiere que los suyos hagan negocio, que después ya vemos que también repercute en sus cuentas de partido. Y, mientras tanto, que la gente trague a palo seco que la barra libre ya la tienen muy ocupada.

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