sábado, 23 de febrero de 2013

El mundo al revés


El PP tiene distorsionada la percepción de la realidad desde hace mucho tiempo. Sólo eso -si nos esforzamos por pensar bien y dejar de creer que lo que quiere es imponer su programa ideológico, el de la Derecha más a la Derecha de Europa, sea como sea- podría explicar que si el paro sube, ellos vean atisbos de mejoría o que si las familias son desahuciadas de sus casas, ellos valoren que algunos bancos se sumen a un catálogo de buenas intenciones que no sirve de nada.


El PP es que, directamente, no vive en el mismo planeta que el resto de la gente –quizás porque han estudiado en colegios de élite y han sido atendidos por médicos privados- y así es más que normal que cuando se pongan a legislar solamente pueda hacerlo desde la premisa del mundo al revés.

El mundo al revés es la reforma que pretenden imponernos también en la Administración Local. Partiendo de que les da exactamente igual que los alcaldes sean elegidos democráticamente para gestionar los servicios que reciben sus vecinos, plantean una norma para que sea a las empresas a las que les vaya bien. Que gane quién tiene que ganar dinero, piensan apostando por la privatización de unos servicios públicos que dejará en la calle a 4.000 trabajadores solamente en Almería.

Anteponer la rentabilidad económica de los servicios a su carácter público lleva a eso y los alcaldes del PP tienen que tenerlo claro para que después no vengan con cuentos a los afectados. En el mundo paralelo en el que viven, también han visto claro que los ayuntamientos de menos de 20.000 habitantes deben de ser expropiados –que es lo que hacen cuando les amenazan con quitar competencias- y las Diputaciones reforzadas, ya que está claro que unos políticos que no han sido elegidos en las urnas seguro que van a decidir mejor sobre lo que necesitan pueblos que, quizás, no hayan pisado en sus vidas.

Pero el final de la teoría del mundo al revés no acaba aquí, llega a Madrid. Piensa Rajoy que quitando competencias a los municipios y pasándolas a las comunidades autónomas llegará el momento de intervenir estas, asfixiadas por tener que prestar más servicios con cada vez menos dinero del Estado. Y volveremos a lo que siempre debió ser según su credo: Un país centralizado. Eso sí, si los alcaldes -también los del PP como Gabriel Amat- no lo impiden.

No hay comentarios:

Publicar un comentario