viernes, 24 de febrero de 2017

Mucho que decir

A las 12 de la mañana del 4 de diciembre de 1977, bajo un cielo gris, más de 10.000 almerienses salieron de la explanada del Puerto para reclamar por las calles de la capital la autonomía para Andalucía. Con aquella manifestación, que se celebró de manera simultánea en las principales ciudades andaluzas, se estaba dando el pistoletazo de salida al proceso de autonomía de Andalucía, que alcanzaría su hito más señalado tres años más tarde, el 28 de febrero de 1980, con el referéndum en el que los andaluces ratificaron el proceso autonómico.

Aquel 28 de febrero, cuya efeméride celebramos cada año, marcó un antes y un después en la historia de Andalucía en la medida en que hubo un pueblo que se levantó y dijo que no estaba de acuerdo con el futuro que le habían escrito otros. Andalucía no quería una España a dos velocidades. Andalucía no quería ser más que nadie, pero tampoco menos que nadie, y ese 28 de febrero lo dijimos claro.

En aquel contexto, la comunidad andaluza funcionó como garante de la igualdad: de la igualdad de todos los andaluces, pero también de la igualdad de todos los españoles, al evitar que en nuestro país hubiera ciudadanos de primera y de segunda.

Hoy, 37 años después, y tras la sustitución de aquel estatuto por el de 2001, que afianzó el autogobierno de Andalucía y blindó los derechos sociales en nuestra comunidad, Andalucía está llamada a jugar de nuevo un papel protagonista en el contexto estatal.

En los últimos años, el actual Estado autonómico viene sufriendo algunas disfunciones, debido principalmente a que existe una desigualdad social creciente y a que se está cuestionando la solidaridad entre los distintos territorios. Para superar este desafío, la solución pasa por repensar el actual modelo de Estado, el estado autonómico, y hacer que evolucione, de manera natural, hacia un estado federal.

En este proceso de búsqueda de un nuevo modelo, Andalucía tendrá de nuevo mucho que decir. Los andaluces siempre hemos hecho de la igualdad nuestra bandera. Por ello, en este camino que habremos de afrontar como país más pronto que tarde, los andaluces estamos llamados a ser, como al inicio de nuestra democracia, garantes de la convivencia y la equidad entre todos los españoles.

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