viernes, 20 de mayo de 2016

Líderes sin careta

En poco más de un mes, los españoles estamos citados de nuevo a una jornada electoral en la que se decidirá el futuro del país. Aunque algunos quieran creer que nada o casi nada ha cambiado desde el pasado 20 de diciembre, lo cierto es que el escenario electoral a día de hoy se ha modificado radicalmente, porque en los cuatro últimos meses han ido cayendo, una a una, todas las caretas.

Mariano Rajoy, que antes del 20-D se presentaba como un auténtico hombre de Estado, un verdadero ‘salvapatrias’, no tardó ni cinco minutos en decidir que lo mejor era meterse debajo de la mesa y esperar a que escampara. Por no desgastarse, decidió que ni siquiera se iba a someter al debate de investidura, como le correspondía por número de votos. Su cobardía, de la que ya teníamos sospechas fundadas, quedará ahora retratada en los libros de historia gracias a este vergonzoso episodio. De lo que vino después, ese caramelo envenenado que en el PP llamaron la ‘gran coalición’, casi ni hace falta hablar. ¿Alguien de verdad esperaba que el PSOE pudiera dar su apoyo, sin más, a alguien que tanto daño le ha hecho a España en los últimos cuatro años?

Del otro lado de la pinza, en el extremo de Podemos, las cosas no han sido muy distintas. Es cierto que Pablo Iglesias sí escenificó con más ahínco –con mucho más ahínco– sus ganas de pactar, hasta llegar al teatrillo aquel del reparto de ministerios y vicepresidencias. Sin embargo, pese a los excesos escénicos del líder morado, la realidad es que Pablo Iglesias no quiso pactar nunca. En los últimos días de las negociaciones, Podemos hizo público un documento con 20 medidas y el PSOE le dijo que el pacto era posible porque sólo había un desacuerdo claro en 2… Y, sin embargo, el acuerdo no llegó. Fue entonces cuando quedó claro que la verdadera preocupación de Pablo Iglesias no era el programa.

Y estos son los mimbres con los que nos hemos plantado en la convocatoria de unas nuevas elecciones. Con estos elementos, creo que es fácil adivinar qué nos jugamos el próximo 26 de junio: conseguir un gobierno del cambio para España, que nos devuelva los derechos y la calidad de vida que hemos perdido en los cuatro años de Rajoy, o que vuelvan a tomarnos el pelo los que dicen una cosa y, a la hora de la verdad, hacen la contraria.

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