viernes, 20 de noviembre de 2015

Las siete plagas

El paso de Mariano Rajoy por el Gobierno de España ha provocado a la agricultura almeriense un daño incalculable. Tanto es así, que propongo recordar al Gobierno del PP como el de las siete plagas, si se me permite la licencia, ya que han sido precisamente siete las principales medidas que ha tomado Rajoy –o ha dejado de tomar– en estos cuatro años para desesperación de los agricultores de Almería.

La primera plaga de Rajoy llegó con el injusto reparto que hizo su Gobierno de la Política Agrícola Común (PAC), en el que se discriminó a Andalucía, provocando que nuestra tierra perdiera la poco despreciable cantidad de 500 millones de euros. Y ésa fue sólo la primera, ya que poco después llegaría el conocido como ‘tarifazo eléctrico’, una subida del precio de la luz que colocó a muchos agricultores al borde del precipicio, por el aumento desorbitado que se produjo en los costes de producción.

En el apartado de decisiones conscientes que el Gobierno central ha tomado en perjuicio de los agricultores de Almería hay que incluir también la reciente bonificación del precio del agua desalada en la vecina Región de Murcia, lo que supone una clara discriminación con respecto a los productores de nuestra tierra, que ven cómo, a sólo unos pocos kilómetros de distancia, los agricultores murcianos se están beneficiando de una medida que a los almerienses siempre se les ha negado.

Las cuatro plagas restantes han sido por omisión. La primera tiene que ver con el abandono de nuestra provincia en materia ferroviaria: mientras en otras provincias ya están exportando sus productos por AVE o lo podrán hacer en breve, aquí tenemos que seguir tirando de camión y carretera, una opción más lenta, más cara y que lleva aparejada una mayor huella de carbono, algo que las cadenas de distribución ya empiezan a reprocharnos.

Finalmente, están los incumplimientos en materia de agua. Mientras nuestros acuíferos se echan a perder, seguimos sin noticias de la desaladora de Cuevas del Almanzora y no podemos poner a funcionar a pleno rendimiento la desaladora del Campo de Dalías, porque el Gobierno no ha previsto la manera de hacer llegar la potencia eléctrica necesaria. Además, la Balsa del Sapo sigue ahí, impertérrita, esperando el túnel que nunca llega, como imagen viva del abandono que hemos padecido en Almería en estos años con el Gobierno del PP.


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